En la mayoría de las celebraciones se ha abandonado el carácter cruento del pasado adquiriendo diversos matices en las distintas poblaciones. Lo habitual es recorrer calles y plazas, visitar familias amigas e incluso enemigas. De esa manera, bailando, tomados de las manos y haciendo un gran círculo con los dueños de las casas visitadas. Al son de un movido huayno, alegre y sentimental a un tiempo, vuelven a interpretar sus canciones:
Una palomita
que yo me crié
viéndose con alas
con otro se fue.
Mañana es Cuaresma,
día de ayunar;
que ayunen los santos
que son de papel.
Cantemos, bailemos,
alegres cantemos:
al año que viene
cuántos faltaremos.
El domingo es uno
y el lunes es dos;
y el martes se acaba
por amor de Dios.
A modo de descanso se servía el almuerzo, en medio de una tertulia general. Después volvían al salón y continuaba la diversión. Al promediar la tarde, regresaban al comedor, esta vez, para servirse fruta, pero en realidad era más para jugar con ella. Luego seguía la jarana hasta muy avanzada la noche.
Cuando desaparecieron las familias que costeaban todo el Carnaval, se introdujo otra modalidad. Un día invitaban los casados adultos, otro día los casados jóvenes y otro día los solteros. De esa manera se compartía el costo de las diversiones.
Paralelamente otro sector de la población festejaba a su manera el Carnaval. Salían a bailar en la "Pandilla" o "cholada", compuesta por numerosas parejas de mujeres y hombres que al son de bulliciosas tarcas se desplazaban por las calles, haciendo caracoles o espirales, ondeando en alto los pañuelos y haciendo los requiebros que los guías indicaban. A ratos avanzaban, a ratos retrocedían o formaban grandes círculos. Visitaban las casas grandes haciendo bailar a los dueños de casa, quienes correspondían agasajándolos con vino. Los jóvenes, hombres y mujeres se disfrazaban de cholos para salir a bailar en la "Pandilla".
FUENTE: http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=1509
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